Como os decía hace un par de actualizaciones mi gato en menos de un mes las está pasando canuta. Bueno, el gato y yo, los dos. Empezamos el pasado 21 de octubre con una esterilización que fue difícil de curar, su afán de limpieza le complicaba la curación por lo que hubo que ponerle el collar isabelino. Varios días más tarde se torció una de las patas traseras, pobre gato, estuvo cojo tres días y ahora y para no terminar de estar tranquilos ni un segundo tiene una obstrucción intestinal…
Todo empezó el lunes pasado con vómitos, mi Orión jamás había vomitado. Escuché un ruido rarísimo estando sentada en el ordenador a mediodía. Era un ruido seco y fuerte, me extrañé y vi al gato vomitar. Qué lástima…lo hizo un par de veces más al día. Paranoica perdida llamé al veterinario y en la clínica me dijeron que esperara un día a ver si mejoraba, que no le diera tanta importancia que podía ser una simple indigestión. El gato se llevó tristón y decaido todo el día. Qué penita me daba.
Efectivamente, al día siguiente estaba mucho mejor, parecía no tener absolutamente nada, jugaba, comía, bebía…era todo normal, todo menos que cuando iba al arenero orinaba y apenas podía defecar. El día anterior no había comido y no le di importancia.
El día del miércoles lo pasó estupendamente hasta por la noche en que volvió a vomitar. Me temblaron las piernas, aquello ya no me sonaba a indigestión, ¿dos veces en la misma semana? El ánimo del gato no fue malo durante esa noche ni durante la primera mitad del jueves. No comía ni bebía y eso me preocupó mucho. Esta vez no me lo pensé dos veces y lo llevé al veterinario, por el camino me vomitó un par de veces más y cuando lo vio la veterinaria, tras una palpación, una radiografía y un analisis para descartar infecciones le diagnosticó la obstrucción.
En principio creemos y esperamos que sea de pelo o simple, perdonen ustedes, mierda. Me llevo todo el día revisando el suelo, las mesas, tiro todo lo que se pueda tragar. Mis precauciones son extremistas, estoy desarrollando pese a mi astigmatismo un radar para detectar objetos, pelusas y pelos que más de uno quisiera.
En definitiva, tiene un nuevo tratamiento en el que le incluyen un laxante y tras unas horas de las medicación empezó a descargar, eso sí su aspecto no era el de siempre, estaba despeinado, no se limpiaba, seguía sin comer, hasta hoy en el que parece que todo va perfectamente, de repente tiene un apetito tremendo, bebe agua, va al arenero a hacer sus cositas y juega con muchas ganas casi todo el día…da gusto verlo sanar. Aún le quedan varios días más de tratamiento, imagino que será preventivo.
Lo malo, lo malo soy yo. Si, yo. Me estoy poniendo enferma, me siento deprimida cuando mi pobre Orión estaba malo y ahora que está notablemente mejor he creado un monstruo. Un monstruo terrible: la desconfianza. Veo a mi pobre animalillo y creo que en realidad no se está curando sino que su salud le da una tregua. Incluso yo vomito ya, tengo los nervios metidos en el estómago: demasiadas cosas me rondan la cabeza además del tema del gato y lo único que puedo decir ahora mismo de mi es que por las noches no duermo, por el día estoy cansada y sin ganas de comer y que apenas tengo ganas de hacer nada, ni siquiera de escuchar música. Me molesta todo estoy irascible e incluso desagradable. En otras palabras la Rocío de antes se ha ido, ha huido y ha dejado paso a otra persona de carácter amargo, desconfiado y con muy malas pulgas.
Imagino que esto será solo una etapa y que todo volverá a la normalidad en breve. Necesito un respiro, necesito normalidad. Necesito que algo me vaya bien…
Ayyy…los problemas me van a partir en dos.
domingo, 9 de noviembre de 2008
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