martes, 24 de agosto de 2010

Recuerdos de una viajera: París ( 1ª parte)


El día 21 del pasado mes de enero emprendí mi viaje a París con todas las ilusiones del mundo puestas en él. Deciros que no sólo no me defraudó la ciudad sino que tengo un grato recuerdo de sus calles, sus edificios, sus monumentos...

Llegué a París a mediodía, el cielo estaba encapotado aunque no llovía. Durante mis primeras horas, tras dejar las maletas en el hotel, me dediqué a pasear por las calles cercanas, mi hotel se situaba en pleno centro, al lado del Louvre, un sitio totalmente recomendable.

Mi primera impresión al salir a la calle fue que todo el mundo tenía prisa, sobre todo los conductores. No he visto ciudad donde se respete menos al peatón que esta. Decir que al principio pensaba que los pasos de cebra eran puramente decorativos ya que para cruzar la avenida me llevé un buen rato sin que ni uno solo de esos coches hiciera el amago de aminorar la marcha para asegurarme de que podía pasar. Ahora recuerdo que eran tres carriles de velocidad...Con el tiempo aprendí que los franceses no entienden que vas a cruzar hasta que no bajas de la acera, claro, antes de saber eso no se me hubiera ocurrido bajar ya que el respeto es mínimo y el carácter de los franceses deja bastante que desear sobre todo si eres española, qué cosas, ¿no? En honor a la verdad tengo que decir que también encontré gente muy amable, no vayamos a generalizar.

Una cosa importante que debes saber es que debes tener muchísimo cuidado con los robos: de esto te avisan en todos lados, museos, monumentos...Los carteristas se sitúan en los alrededores de los sitios más emblemáticos y te puedes encontrar desde que el te birla la cartera sin que te des cuenta hasta el que trama una jugarreta en equipo con otros compinches para dejarte sin blanca. Incluso en el ascensor de la Torre Eiffel avisan mediante carteles del cuidado que deben tener los turistas. Tremendo.

Vayamos a lo bueno, tras mi largo paseo se hizo de noche y camino al hotel pude ver la torre Eiffel totalmente iluminada. Me sobrecogió ver tal imponente obra de arte en la distancia, no la vería bien hasta el día siguiente que fue cuando subí, entonces fue cuando me dije: ¡Estoy aquí!

Qué gran verdad es que París es la ciudad de la luz. Tiene una noche preciosa, es impresionante ver los destellos de la torre que son a cada hora durante unos minutos, y merece la pena verlo de lejos y de cerca.

Estaba totalmente ilusionada por estar allí y tenía grandes proyectos para los siguientes días. Eso sí, para visitar París necesitas más de quince días si quieres ver las cosas con tranquilidad y quieres verlo todo.

En otra ocasión os contaré sobre mi excursión a Versalles...

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