martes, 27 de enero de 2009

Recuerdos de una viajera ( 3ª parte )


A la mañana siguiente volví a despertarme para afrontar nuevos caminos: tenía pensado ver el castillo, la catedral…

Un par de trasbordos en metro me llevaron a la otra punta de la ciudad, pasado el río Moldava. Una vez allí cogí el tranvía para que me acercara lo máximo posible a la zona. El resto debía hacerlo a pie…mi consuelo era que aquello después lo tenía que bajar porque lo pronunciado de aquellas escaleras me agotaron.

Una vez arriba empezó a nevar, aquello me pareció sublime…qué estampa…

Nada más llegar a la muralla vi el cambio de guardia: pobres soldados. Sólo pueden aguantar con esa temperatura una hora de inmovilidad total. Están totalmente quietos, férrea disciplina militar es aquello y lo demás son tonterías porque aguantar a 8 grados bajo cero una postura sin moverse ni un milímetro es tremendo. Imagino que llevarían varias capas de ropa pero aún así eso debería tornarse insufrible.

Son un reclamo turístico y casi todos los turistas se hacen fotos al lado de estos soldados-estatuas, todo hay que decir, parece ser que el ejercito checo no tiene ni un solo soldado feo porque los 8 maromos que por allí asomaron no veais…¡¡jarl!!

Una vez dentro de la muralla visité la catedral en la que había todo tipo de estilos arquitectónicos. Las obras de este monumento se iniciaron en 1344 por orden de Carlos IV. Su fin no dio lugar hasta el S. XX. Vamos, que un paseo por la catedral te hará recorrer unos mil años de historia.

Sus vidrieras son espectaculares, su rosetón imponente…

Aunque pareciera mentira dentro de la catedral hacía más frío que fuera, no dejaba de echar vaho hasta por la nariz.

La visita siguió con el Callejón del oro, unas casitas de artesanos que fueron construidas a finales del S. XVI para guardas y artilleros.

La torre Dalibor, una siniestra torre con toda clase de instrumentos de tortura…Este torre lleva el nombre de su primer encarcelado. Menudo honor, ¿ verdad? No me imagino sobrevivir allí en esas condiciones ni dos días. Los instrumentos de tortura creo que los tendrían de adorno porque allí lo primero que puede llevarse la vida de uno es el frío…

2 comentarios:

Scabio dijo...

Del cementerio pasamos a una catedral helada y a un sitio para torturar gente. ¿No visitaste nada agradable? De todas formas, suena interesante y se nota que disfrutaste mucho.

A ver qué otros monumentos conociste.

Aaadios

Die Walküre dijo...

Jomío, es lo que tiene la Edad Media y sus manías de castigar a la gente. Si te sirve de consuelo por la noche fui a la ópera jaja.