domingo, 10 de mayo de 2009

Orión y yo

Ha pasado todo un año desde que vino a casa mi querido Orión. El día día 7 de este mes hizo un año que mi pequeño amigo llegó a mi corazón.

Han sido muchas experiencias a lo largo de este año, me he tenido que hacer a la idea que un pequeño animalito dependía de mi: tenía que alimentarle, cuidarle, mantener sus cosas limpias…En cierto modo es como si mi gato hubiera cambiado de madre. Depende totalmente de mi.

Hemos pasado juntos por una etapa de adaptación severa, nos hemos tenido que acostumbrar el uno al otro, el tiene sus manías, es un gato muy perseverante y yo muy pesada con quitarle algunas costumbres.

Ha sido es y espero que sea por muchos años mi mejor compañía. Mi compañero en las noches de insomnio, mi juguete durante las mañanas y la alcahueta más grande del pueblo por la tarde cuando se pone a mirar por la ventana todo aquel que pasa delante de mi balcón. Verlo tan negro, tan brillante, tan suave, tan noble mirando a través del cristal…más de una vez me he visto a mi misma contemplándolo durante horas mientras dormía, se acicalaba, perseguía un insecto que se hubiera colado por la casa.

Recuerdo el día que lo traje a casa, estaba muerto de miedo y apenas levantaba un palmo del suelo. Su pelo estaba sucio, estaba delgadísimo, sus ojos tenían legañas…el pobre había sido criado en un huerto por su madre. Me trajo a casa toda la tierra del terreno donde había vivido su primer mes de vida. Qué asustado estaba, yendo para casa desde donde lo adopté me maullaba y bufaba al mismo tiempo. Sólo era cuestión de tiempo que se diera cuenta que lo llevaba a su nuevo hogar donde yo me ocuparía que no le faltara de nada. Así está, es un gato mimado de más de seis kilos y medio.

Es grande entre los de su especie, he visto pocos gatos tan grandes como este.

Hoy por hoy he de decir que una de las mejores decisiones que he tomado en mi vida ha sido la de adoptar a mi querido Orión, mi compañero, mi amigo.
Han pasado más de 365 días de una foto a otra. De cuando llegó a casa y se metió a acurrucarse debajo de la mesa de la cocina. De cuando por fin se decidió a salir del transportín donde lo llevaba en el coche.




















A partir de entonces se dedicó a adueñarse de la casa, todo lo que hay en ella le pertenece, como a buen gato. A mi me deja vivir en ella jajajja.

Con el paso del tiempo me he dado cuenta que es un animalito que odia la soledad, que se siente solo cuando no hay nadie con él en casa, que me sigue como un perrito por toda la casa para ver a donde voy y que por las noches le doy mimos hasta que se duerme en mi regazo.

En la segunda foto podreis ver el aspecto tan cambiado que luce ahora. Todo un año de cuidados dan su fruto y, lo mas importante, a mi me ha otorgado bienestar y cariño porque este gato da hasta cariño...¿ a que eso es raro en un felino?

Me declaro abiertamente amante de los gatos.

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